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PALABRAS, PALABRAS, PALABRAS

Por Carlos Rodríguez Fonseca



Así como se dice en una canción italiana de los años 70 sobre las promesas de amor que se hacen oralmente y que sólo son palabras, se dice también en una consigna popular que “las palabras se las lleva el viento”, significando con ello que mientras no se pongan por escrito, tales promesas pueden dejar de cumplirse.

Traigo a colación lo anterior porque el “SI, PROTESTO” que pronuncian los servidores públicos cuando se les conmina a que cumplan y hagan cumplir la Constitución y leyes que de ella emanen, al decirlo de palabra, prácticamente se lo lleva el viento.

Pero despreocúpense mis queridos lectores, porque en este trabajo no pienso hablar sobre los magistrados u otros servidores públicos que se aferran al “hueso”, sino de las diversas connotaciones que al igual que las palabras “padre” y “madre” tiene en diversos idiomas la palabra: PALABRA.


Como sucede con otros milagros cotidianos, la fuerza de la costumbre hace que muchos de nosotros hayamos perdido la capacidad de asombro y fascinación ante el milagro del lenguaje, que hoy ya sólo nos deslumbra, maravilla y embelesa cuando, al comienzo de la vida, el bebé va adquiriendo, con esfuerzo y placer, las primeras palabras: mamá, papá, tete, popó, nene, etc.


Dentro de la liturgia de diversas religiones la lectura de los evangelios o de ciertos pasajes bíblicos, respetuosamente se dice que estamos ante “la Palabra de Dios”


Cuando alguien quiere que le crean lo que está prometiendo suele decir “Te doy mi palabra bien sea de honor o de hombre” y todo aquél o aquella que se dedica a hablar en público tiene “el don de la palabra”



Las palabras de mujer, según Agustín Lara se refieren a las promesas de amor eterno que nos hacen ellas “porque lo quiso Dios”



En cada cambio de administraciones públicas, sean estas a nivel nacional, estatal o municipal, escuchamos esperanzados las palabras de los políticos de que “vamos a tener nuevas perspectivas de desarrollo, se mejorarán las condiciones del campo y de los campesinos, se va a acabar la corrupción, se van a acabar los “diezmos”, se sancionará “con todo el peso de la ley” a quienes delincan”, etc., etc.


No faltan tampoco algunos periodistas que cuando quieren que uno les crea lo que escriben, usan el estribillo “palabra de periodista”.


En fin, me cayeron gordas las palabras de la ministro francesa en el caso de la secuestradora Florence Cassez, pero por otra parte (aún cuando ya hace algunos años existieron en la ley del ISR y que inexplicablemente se derogaron), me gustaron las medidas fiscales anunciadas verbalmente por el Presidente Calderón, de que sean deducibles parcialmente los gastos por colegiaturas en los niveles de pre-escolar hasta bachillerato. PALABRA


carrofonseca@hotmail.com






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