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EL MEXICANO ESCÉPTICO

Por Carlos Rodríguez Fonseca

Si cualquiera de las empresas que se dedican a elaborar encuestas, hiciera una acerca del escepticismo de los mexicanos, estoy cierto que las cifras que obtuvieran serían superiores a un 80% de la población que encuestaran.

Es conveniente aclarar que actualmente con la palabra escéptico muchas veces se hace referencia a una persona que no cree en nada, que es pesimista, esta no es la definición correcta o académica. Al analizar la etimología de esta palabra encontraremos que más que "el que no cree" es "el que duda, que investiga". Los escépticos usualmente no creen en una verdad objetiva, porque para ellos todo es subjetivo, dependía del sujeto y no del objeto.

La palabra "Escéptico" viene del griego skeptikoi (de skeptesthai que en griego significa examinar), el nombre dado a los seguidores del filósofo griego Pirrón.; por lo tanto, Escéptico es alguien que profesa duda o está en desacuerdo con lo que generalmente está aceptado como verdad.

Sin embargo, el escepticismo de los mexicanos es el de no creer ya casi en nada ni en nadie. Si nos preguntáramos debido a que causas nos hemos vuelto escépticos en nuestro país, creo que la respuesta sería obvia, ya que a lo largo de muchos años, hemos sido testigos de las promesas incumplidas por parte de nuestros gobernantes y, ¿porqué no decirlo?, los medios de comunicación bien sea la prensa escrita, la radio y la televisión han sido los vehículos idóneos para acrecentar ese escepticismo.

En el 2010 México está  cumpliendo doscientos años de vida independiente. El siglo XIX, terminó con un gobierno dictatorial, los miembros de las clases dominantes lo aceptaron porque, según ellos, se había establecido la paz tan necesaria para el progreso del país. Sin embargo al final de los más de treinta años del porfiriato, los mexicanos de entonces realizaron un gran movimiento apoyado por las clases miserables y se instauró un nuevo régimen, el régimen revolucionario.

Pero he aquí que los caudillos de le Revolución Mexicana, en su mayoría, sólo se beneficiaron ellos, sus parientes y favoritos, por otro lado la gran mayoría de mexicanos seguimos esperando las reivindicaciones que nos han prometido y que aún no se han realizado. De ahí el escepticismo político de los mexicanos.

Muchos estamos hartos de oír una y otra vez por parte de nuestros políticos lo mal que lo han hecho los del otro partido, sus errores, sus fallos, sus mentiras y sistemáticamente como colofón prometer hacer lo contrario de esos otros. Las campañas electorales se reducen a campañas de descalificación; se está agazapado a ver si algún líder o partido osa hacer alguna propuesta, para antes incluso de conocerla en cierta profundidad, ponerla "a los pies de los caballos", ante el electorado.

Invito a la clase política en sus intervenciones orientadas a pedir el voto, a limitarse a decir qué van a hacer, cómo piensan llevarlo a la práctica en qué plazos, con qué financiación, independientemente de lo que digan "los otros".

Además, que sean realistas en sus propuestas, que se olviden de utopías. Todos nos prometen menos impuestos, más carreteras e infraestructuras, una sociedad más tecnológica, mejoras en la educación, y un largo etcétera, propuestas ante las cuales, cualquiera que se pare a pensar, comprueba su inviabilidad total.

Es tiempo de que la crítica constructiva se haga realidad y se propongan los grandes cambios que le hacen falta a México y que hasta ahora sólo se han quedado en promesas  incumplidas

Como corolario concluyo con el siguiente pensamiento: “Si sólo eres escéptico, entonces no te llegarán nuevas ideas. Nunca aprenderás nada nuevo. Te convertirás en un viejo cascarrabias convencido de que la estupidez gobierna el mundo.  Si tienes demasiado arraigado el hábito de ser escéptico en todo, vas a pasarla por alto o tomarla a mal, y en ningún caso estarás en la vía del entendimiento y del progreso”














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NO TENEMOS…
“MADUREZ POLÍTICA”

Por Carlos Rodríguez Fonseca

En México, a partir de que se acomodaron en sus respectivos lugares algunos militares  que intervinieron en la lucha armada de la Revolución de 1910, así como también algunos intelectuales progresistas, pero sobre todo cuando después de varias décadas, el poder presidencial fue asumido por la clase civil, es cuando de hecho se inició el difícil camino hacia la democracia.

Mal que bien, bajo un partido hegemónico, aunque integrado por grupos antagónicos entre sí, se vinieron sucediendo candidaturas de civiles para ocupar la presidencia de la República, sin que ningún militar  (salvo un general retirado), intentara siquiera ser tomado en cuenta para contender por la silla presidencial.

Sin embargo, a pesar de que todos provenían del mismo partido político, cada uno de ellos impuso su sello personal, sobre todo en lo que se refiere a la tendencia económico-política y así, de una política de izquierda moderada, pasamos a ser de “centro izquierda”, llegando en la última década del siglo XX a una política neo-liberalista, favoreciendo con ello que se fueran formando verdaderos monopolios en diversos campos de nuestra economía.

En el año 2000, ante el desgaste que tuvo el partido en el poder, derivado de sus luchas fratricidas, el pueblo se manifestó abiertamente por el cambio que representaban los candidatos de la izquierda y de la derecha, habiendo ganado la elección este último que,  bien  o mal, dentro del neo-liberalismo que ya se había instaurado, llevó a cabo una política aceptable, al grado tal que la misma población, pese a la polémica que se suscitó sobre el resultado de las elecciones, quedó plasmado en las urnas la ratificación de la derecha para el sexenio que está corriendo, considerando quien esto escribe que, gracias a los organismos que, valga el pleonasmo, organizan las elecciones y en última instancia a los tribunales electorales, con mucha madurez el pueblo mexicano ha aceptado los resultados y siente que su voto ha sido respetado.

Toda esta historia viene a cuento por la iniciativa de reformas que envío al Congreso estatal el gobernador Duarte de Ochoa para que las administraciones municipales sean de cuatro años en vez de tres y que a la hora que estoy escribiendo este ensayo, se encuentra pendiente de aprobar o no por los señores diputados; pero básicamente de desprende de las declaraciones que hizo el presidente de dicho cuerpo colegiado en el sentido de que la revocación de mandato que pretende la oposición para el caso de que se extiendan los períodos municipales, no sería secundada por su partido toda vez que los mexicanos no hemos alcanzado la madurez política para obtener tal derecho.

La pregunta es: ¿hasta cuando lograremos madurez política? Y la respuesta sería: HASTA DENTRO DE OTROS CIEN AÑOS.









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