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VIALIDAD XALAPEÑA



Por Carlos Rodríguez Fonseca



Para no quedar menos escribo sobre el tema, sabedor de lo mucho que se ha hablado y escrito acerca de la problemática que día con día representa el tránsito en nuestra ciudad capital, misma que hasta hace pocos años era reconocida como una ciudad tranquila y bucólica pero ahora con tantos vehículos en desenfrenadas carreras se ha vuelto agitada y alcohólica.



No pasa un día en que se produzcan entre cinco y diez encontronazos de diversos calibres a lo largo y ancho de nuestras intrincadas avenidas, calles y callejones que de manera ninguna fueron diseñadas para la sobrepoblación vehicular que la infesta, así como tampoco para los vándalos ocultos tras el volante.



El problema vial es sumamente complejo y casi una misión imposible, ya que a pesar de que se han contratado reconocidos e incluso desconocidos “expertos en el diseño de vialidades, rutas de transportes públicos, ejes viales y circuitos viales donde está prohibido estacionarse en las horas-pico”, todo ha sido infructuoso y poco o casi nada hemos logrado y digo hemos, porque toda la ciudadanía, automovilistas o peatones no acatamos las recomendaciones que hacen las autoridades tratando de aliviar las cosas.




Entre las causas que a juicio de quien esto escribe, son las que ocasionan nuestros males, mencionaré en primerísimo lugar a las rutas de los enormes y contaminantes autobuses urbanos y sub urbanos cuyas rutas malamente aprobadas por los funcionarios del ramo, atraviesan por las zonas críticas del llamado centro histórico de la ciudad.



El segundo lugar lo ocupan los taxis y camionetas peseras que además de ser un titipuchal (por no decir otra cosa), independientemente de las velocidades a que circulan, hacen sus paradas en cualquier lugar aunque sea en doble fila bloqueando la circulación.



Los automovilistas también colaboramos al caos cuando damos nula importancia a las señales prohibitivas que instalan las autoridades, ya que interpretamos la E cruzada por una franja oscura, como la zona donde precisamente  podemos estacionar nuestro carros.



En estos últimos días, tanto los diputados de nuestro distrito como algunos otros que se sienten expertos en la materia, han vertido declaraciones acerca de imponer el programa del “hoy no circula”, sin detenerse a planear la circunscripción donde se implantaría, así como tampoco que tal taxativa lo único que provocaría, es el aumento de por lo menos un 20% al padrón vehicular de la ciudad, como ocurrió en el Distrito Federal y zona conurbada.  La diferencia es que allá tienen grandes ejes viales, segundos pisos y próximamente hasta túneles, lo que aquí no tenemos.



carrofonseca@hotmail.com



 

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ELECTORADO ANOSOGNOSICO



Por Carlos Rodríguez Fonseca



La anosognosia (del griego: a, prefijo privativo + nosos: enfermedad + gnosis, conocimiento: "desconocimiento de una enfermedad") es la situación patológica referida a los pacientes con problemas neurológicos (cognitivos) que no tienen percepción de sus déficits funcionales neurológicos.

No hay que confundir la anosognosia con la negación, que es el estado por el que uno sabe que hace cosas mal pero se niega a aceptarlo por el hecho de no querer cargar con las consecuencias, no, la anosognosia  es una patología por la cual cuando uno hace algo mal no puede dejar de hacer las cosas mal porque el propio desconocimiento que tiene de que está haciendo las cosas mal le impide saber que está haciendo las cosas mal.



Viene al caso el invocar ese padecimiento tras recordar haber escrito un artículo acerca de que el tiempo todo lo borra y mientras más tiempo transcurre, nuestra propia memoria va eliminando aquellos acontecimientos que nos molestaron en alguna ocasión, así como aquellos otros que no significaron algo especial en nuestro diario quehacer.

El no recordar el nombre propio de un individuo o las atrocidades y rapacerías que haya cometido; es igual o equivalente al hecho  de entrar a una habitación
sin saber qué se iba a buscar; al no saber por quien votar cuando estamos con la papeleta electoral en la casilla; olvidar el título de una película;
o dónde se dejaron los anteojos o las llaves. Por ello, no debemos quejarnos sobre fallas de la memoria pues es un hecho muy frecuente que se da en
personas de todas las edades pero particularmente en los que tenemos de 60 años de edad para arriba.



Es una realidad que más de la mitad de los adultos presenta esta clase de
dificultades, lo cual indica que más que una enfermedad es una
característica de los años que se tienen o de la poca importancia que le damos a las cosas que se nos presentan para tomar decisiones, razón por la cual, aunque suene mal,  no debemos preocuparnos mayor cosa por esa clase de olvidos.



De aquí una afirmación importante: - "Quien es consciente de padecer de
estos olvidos es quien no tiene problemas serios de memoria ya que
quien padece una enfermedad de la memoria "Con el inevitable fantasma
del Alzheimer " no tiene registro de lo que efectivamente le pasa, ya
que presenta ANOSOGNOSIA, una palabra médica que indica, precisamente el no darse cuenta de lo que le ocurre.



Así pues: si nos olvidamos de los errores y horrores que a lo largo de nuestra incipiente vida democrática han cometido los representantes populares y los funcionarios públicos de TODOS los partidos políticos que han llegado al poder, gracias a nuestra memoria olvidadiza, podremos ir el próximo mes de julio tranquilamente a votar por unos u otros según sean nuestras apreciaciones personales, sin que por ello se nos pueda criticar diciendo que  somos un   ELECTORADO ANOSOGNOSICO








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